Los ventiladores que penden de los techos burlan las agitadas palmas de los músicos cubanos, quienes percuten con potencia sus tambores, y son cómplices de la violencia infligida hacia Mercedes. Los planos de los zapatos y tacones en movimiento, de los bailes descarnados y de los turistas que beben en los rincones sombríos encarnan a la protagonista, resaltan su oscuridad a través de la puesta teatralizada en claroscuros. El cabaret la acoge mientras la excluye. No hay redención sin sacrificio, y es en el cabaret donde Mercedes, reflejo fiel del sacrilegio de Prometeo, es devorada por los cuervos en su cotidianidad(...)