Muñequitos porteños. Sobre “Gente en Buenos Aires”
El cine argentino tiene una larga tradición de personajes masculinos grises, fracasados, anodinos; la clase de tipos que no llegan al suicidio porque ni siquiera les da para ese gesto de coraje. A una de sus vertientes podríamos llamarla “cine de oficinistas”. Pero no todo el cine de hombres fracasados es cine de oficinistas. (...) De hecho, cuando en 1962 Rodolfo Kuhn estrenó Los jóvenes viejos, en cierto modo abrió la puerta para toda una serie de películas sobre fracasados, sí, pero jóvenes (o adolescentes) aburguesados, perdidos en un limbo existencial donde el mundo del trabajo no tiene un lugar preponderante(...)