El riesgo estaría en inclinar demasiado la balanza hacia el desvío, diluir cualquier potencia de la narración en un vagabundeo sin rumbo que, por encapricharse en la trinchera de una forma reaccionaria para con los paradigmas clásicos sin proponer otra cosa más que un revoleo de ideas que no forman conjunto, no terminaría por hacer eje en ninguna propuesta(...)