Witold Gombrowicz dijo que su novela Ferdydurke trataba de “la necesidad de encontrar una forma para lo que todavía está inmaduro, sin cristalizar y subdesarrollado, así como el gemido ante la imposibilidad de tal postulado”. La inmadurez de Kowalski, el treintañero protagonista del libro, no sería un impedimento para su vida, sino el motor de su liberación, entregándose al deseo y el absurdo y, en el camino, revelando la fragilidad de las convenciones sociales que se imponen sobre la subjetividad. Con humor grotesco, ironía y hasta inventando palabras (como “cuculaquillo” y “cuculato”), Gombrowicz teje un relato en el que la identidad se construye siempre en relación dialéctica con el entorno y los hechos sociales, a los que considera igual de ridículos que las palabras dichas por Kowalski.
In the Heat of the Sun, película de Jiang Wen de 1994, tiene el mismo espíritu inmaduro que Ferdydurke, aunque en lugar de situarse en la Polonia de los 30 está ambientada en la década del 70 en Beijing. El protagonista Ma Xiaojun (apodado “Monkey”) y sus amigos tienen la ciudad entera para ellos solos: en el marco de la Revolución Cultural, la mayoría de los adultos se fueron a hacer campaña al interior del país. Pura pulsión erótica de una libido desatada, a la manera de los poetas jóvenes de Roberto Bolaño o los artistas adolescentes de James Joyce, Ma Xiajoun se la pasa fabricando llaves para irrumpir en las casas vacías de la ciudad, hasta que entra en una donde, a través de un catalejo, ve el retrato de una chica en malla que lo deja atónito. Es Mi Lan, una chica más grande que trabaja en una granja de las afueras de la ciudad. Por supuesto, Ma Xiaojun se enamora y obsesiona (como Kowalski con Zutka en la novela, solo que invirtiendo las edades), formando un lazo de pura tensión sexual mediada por la diferencia de edad entre ellos y por la fama de femme fatale de la chica.


Como en A Brighter Summer Day, otra coming of age oriental, la violencia y las pandillas forman parte fundamental de la narración: la falta de supervisión adulta y la fragilidad del contexto social dan rienda suelta a la formación de grupos que se atacan entre sí. Pero mientras que en la épica de Edward Yang el desenlace es un crimen trágico, el giro humorístico e irreverente de In the Heat of the Sun da lugar a que la confrontación entre las dos pandillas más grandes de la ciudad termine en un brindis en el bar, cantando himnos maoístas y alzando en brazos al líder pandillero de Beijing.
El film de Jiang Wen, de fuerte carácter autobiográfico, está narrado con la melancolía imprecisa de la memoria, en un flashback perpetuo que se siente poco confiable: va y vuelve, confunde realidad y sueño y hasta miente y se retracta, develando el artificio narrativo. Este recurso es una forma de mostrar que tanto la narración oficial maoísta como la de la restauración de Deng Xiaoping no son relatos absolutos y totémicos sino construcciones históricas y sociales, donde la subjetividad individual forma parte fundamental de los modos en que vivimos la historia. In the Heat of the Sun la reescribe partir de mecanismos propios de la ficción, con humor, lascivia e ironía iconoclastas que, a pesar de su modo de producción industrial, lo alejan de las películas oficiales y solemnes de la Quinta Generación (compuesta por Zhang Yimou y Chen Kaige, entre otros) y lo acercan a la Sexta (la independiente, la de Jia Zhangke y Lou Ye).
Como Gombrowicz, Jiang Wen ataca la grandilocuencia de los relatos que se pretenden totalizantes, defendiendo las emociones alteradas, los gemidos de impotencia juvenil. Ambos subvierten las versiones oficiales de lo que significa crecer cuando los adultos están distraídos y el sol estival abrasa.
