El gran peligro contemporáneo —y siento que a esta altura no es hacer ninguna bajada de línea— es el mercado. Empieza a haber un standard de actuación; en Buenos Aires podemos verlo en empresas que generan ficción como Pol-Ka. Ahora ese terreno está un poco a cargo de las plataformas, que proponen un patrón hegemónico muy resultadista(...)