Diario del Gaumont #1: Kilómetro cero

Hay quienes creen que la frase “todos los caminos llevan a Roma” alguna vez hizo referencia al Miliario de oro, monumento de mármol o bronce dorado en el centro del foro romano que marcaba el principio de todos los caminos. Este kilómetro 0 funcionaba como núcleo geográfico de referencia para medir las distancias del Imperio. En Argentina, marcado a su vez con un monolito, el kilómetro 0 está en la Plaza Mariano Moreno, vecina de la Plaza del Congreso, y simboliza el lugar donde empieza la red de carreteras. El conjunto de tres plazas, completado por la Plaza Lorea, oficia de jardín delantero de un cine donde, desde hace ya veinte años, funciona el Espacio INCAA Km 0. 

Pasando la fachada de ladrillo a la vista con bordes y cornisas de símil piedra blanco, después de los revestimientos de mármol y platos de luz difusa del foyer, las butacas bordó de las tres salas —“Leonardo Favio”, “María Luisa Bemberg” y “Fernando Birri”— se amoldan al peso de los cuerpos que han seguido la trama reciente del cine nacional, con sus líneas masivas, sus ramificaciones poco frecuentadas y sus estrenos apenas sostenidos durante una semana antes de encomendarle su cuota de pantalla al estreno siguiente, en un sistema de exhibición replicado en simultáneo por salas de todo el país. El cine Gaumont o Espacio INCAA Km 0, punto de partida de un circuito cinematográfico de exhibición oficial que se extiende por 9.300 kilómetros hasta terminar en el Consulado Argentino en Nueva York(1), reemprendió sus funciones habituales en 2021, después de un año y medio de clausura entre pandemia y refacciones edilicias. No fue su único tambaleo: el complejo tiene una historia de amagues y amenazas a su continuidad. Inaugurado en 1912, pasa de llamarse Cinematógrafo de la Plaza del Congreso a homenajear con su nombre al francés Léon Gaumont, a tono con la “epidérmica devoción por la cultura francesa” de la clase media porteña descrita por Edgardo Cozarinsky en Palacios plebeyos(2). Desde ese momento, el cine se demuele y reconstruye entre 1938 y 1943, atraviesa refacciones en 1946, cambia de cabina de proyección en 1956 con la llegada del Cinemascope, incorpora el sistema Cinerama dos años después y sufre una clausura en 1982, hasta su remodelación y reinauguración en 1995.

Programa del Gran Cine Gaumont, sábado 24 de agosto de 1957

Tuvo que llegar el 2003 para que el INCAA decidiera alquilárselo a sus propietarios; contrato que caminó la cuerda floja en abril de 2012, cuando hubo un intento de demolerlo para edificar ahí un negocio inmobiliario. A diferencia de la mayoría de los cines porteños, hoy convertidos en teatros, iglesias, supermercados, garajes, cocheras, depósitos, salones de fiestas, gimnasios, galerías comerciales, locales de comida rápida, edificios de oficinas, clubes deportivos, mueblerías, sucursales bancarias, farmacias, cafés, discotecas y hasta ferreterías, cuando no demolidos o abandonados, el Gaumont encontró su escudo defensor en una ley de protección estructural del edificio. Otros palacios plebeyos, sobrevida en ruinas de la cinefilia abigarrada y popular del siglo XX, con la mejor de las suertes subsisten en forma de papiros sobreescritos, palimpsestos donde los letreros luminosos en mayúsculas de un Coto o un Walmart tachonan la superficie de marquesinas viejas.

Si la composición de la atmósfera se viera afectada con el roce de la luz de un proyector, del mismo modo en que un goteo de agua hace un hoyuelo sobre la madera, entonces, así como decimos que “el aire está viciado” cuando entramos a una casa con olor a encierro, habría que prestar suficiente atención al entrar a cocheras, depósitos y teatros en cuyos edificios hubo cines a ver si “el aire está proyectado”, si algo de la atmósfera retuvo ese temblor de polvo que supo iluminarse en cada proyección.

En 2 ou 3 choses que je sais d’elle, un año antes del Mayo Francés, Jean-Luc Godard susurraba desde la voz en off. No parecía haber mejor manera de interrogar el París de Charles de Gaulle, las intervenciones militares de Estados Unidos en Vietnam o el lugar de la prostitución y la publicidad en la sociedad de consumo. Elaborar asuntos políticos, culturales y filosóficos en un tono de voz confesional: esa era la astucia, que ordenaba a su vez los eventos fragmentarios y lacónicos de todo el falso documental. Si la escena de las burbujas del café ha permanecido en la memoria colectiva como un hito cinematográfico, no se recuerda tanto la del cigarrillo visto desde adentro, igual de impactante y con una sucesión de ideas en off de fuerza análoga. Hacia el final, sobre la imagen del tabaco ardiendo, lo que dice Godard va más o menos así:

Escucho una publicidad en la radio a transistores. Gracias a ESSO, manejo tranquilo por la ruta de los sueños y me olvido del resto. Me olvido de Hiroshima. Me olvido de Auschwitz. Me olvido de Budapest. Me olvido de Vietnam. Me olvido del salario mínimo. Me olvido de la crisis habitacional. Me olvido de la hambruna en India. Me olvidé de todo, salvo que, como he llegado al grado cero, es ahí donde puedo empezar de nuevo.

Este agosto, un candidato que habla de cierre o privatización del INCAA gana un tercio del electorado de las PASO. Un segundo tercio lo conquista el partido que durante su último mandato, signado por irregularidades en la gestión, sostuvo una política de ajuste al sector y un Plan de Fomento diseñado para favorecer a las grandes productoras. Mientras tanto, el resto del electorado ya no puede manejar tranquilo por la ruta de los sueños. Atravesamos una instancia de desconcierto y rearticulación que ojalá nos encuentre atrincheradxs en los bastiones histórico culturales que nos quedan —y no porque sean reductos partidarios, como se acusaba hace unos pocos años, sino nada menos que bastiones de y para la cultura—. El kilómetro 0 es uno de ellos.

Fue en el cine Gaumont, en 2017, donde una asamblea masiva convocada por integrantes de la ENERC movilizó a la comunidad audiovisual en repudio al ministro Pablo Avelluto y en defensa de la autarquía del instituto. Frente a las puertas valladas del cine se convocó una movilización en 2018, en la jornada de apertura del BAFICI; en 2019, por la dilación en el estreno de películas documentales; y en 2021, contra la caducidad del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC). Los espacios INCAA, además de plataformas de exhibición del cine nacional, constituyen verdaderos ojos de la tormenta. Tendrán sus defectos, a veces el sonido será defectuoso y tenemos cosas para decir sobre ellos, pero no podemos dar por hecho su existencia en disputa permanente. 

Este texto es a su manera el kilómetro 0 de la primera columna de Taipei, de frecuencia sostenida pero impredecible, sobre películas vistas y sucesos vividos en las tres salas del cine Gaumont. Frente a la avanzada de la ultraderecha, cuando compañeras como Mercedes Orden reclaman de nuestras revistas “una crítica urgente y antifascista”(3) que, agrego, conllevaría el corrimiento hacia una crítica situada, empiezo esta escritura en forma de diario para entender mejor los dibujos que trazan las películas del cine argentino contemporáneo cuando se las superpone y coteja, pero también para obligarme a frecuentar —y, por lo tanto, defender— el Gaumont como origen de coordenadas necesario para construir el futuro del cine nacional, monolito con toda una historia de resistencia, grado cero donde acaso se pueda empezar de nuevo.


Notas:

0 Los recortes periodísticos y programas del Gaumont fueron cedidos gentilmente por la Biblioteca y Centro de Documentación y Archivo “Beatriz A. Zuccolillo de Gaffet”, dependiente de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) y del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) [N. de los E.]

1  El programa “Espacios INCAA” está activo desde 2004 con el objetivo de abrir salas en distintas localidades del país, donde la gente y sus autoridades promueven proyectos de compra o recuperación edilicia que son elevados al INCAA para su evaluación y posterior aprobación. Actualmente la red cuenta con más de 60 salas en todo el país, entre las cuales se cuentan el Km 16 Leonardo Favio (La Matanza), el Km 60 Cine Select (La Plata), el Km 500 Cine América (Santa Fe), el Km 1173 35MM (La Rioja) e incluso un Espacio INCAA Lat. 90° en la Antártida Argentina. Hay también una red internacional de Espacios INCAA con salas en Italia y París y salas en desarrollo en Nueva York, Azerbaiyán, España y Cuba.

2  Cozarinsky, E. (2006), Palacios plebeyos, Buenos Aires: Sudamericana, p. 36.

3 “Por una crítica urgente y antifascista”, Mercedes Orden en La tierra quema, 14 de agosto de 2023.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *