Hsiao-kahn acude al puesto de un vendedor de DVD’s y le consulta si tiene cine francés que transcurra en París. El vendedor nombra a Hiroshima mon amour y al mencionado film que inmortalizó el nombre Antoine Doinel. Una señora detrás suyo le consulta al vendedor si tiene películas taiwanesas contemporáneas, y él le responde que no dispone de las que ella busca. En sólo una escena breve, Tsai asume completamente y normaliza el advenimiento de una nueva forma de ver películas de modo doméstico y los efectos que el descubrimiento de toda una historia del cine mundial le puede generar a una industria cinematográfica local(...)