¡Déjenlos bailar!
Entre los rasgos distintivos que Stanley Donen imprimió a sus musicales se encuentran una cohesión narrativa entre la composición de los distintos números de la trama y la historia a contar, una atadura al realismo en relación al universo en el que transcurren sus películas que provoca un choque con la naturaleza inverosímil del género (lo cual implicaba muchas veces el rodaje en vastos exteriores que se contraponen a la artificialidad de los estudios) y una sobrecarga de energía y de vigor en personajes rebosantes de alegría(...)