¿Qué puede aportar el cineasta aludido a las problemáticas de un tiempo que no vivió y ni siquiera imaginó? ¿Por qué releer a Bresson? Pues, por más absurdo o inocente que pueda sonarle a alguno este concepto hoy en día, para acercarnos (porque más que eso es imposible) a una metafísica del cine (o “arte del cinematógrafo” como llamaría el propio RB). No se habla desde un deseo de replicación estética, como una renuncia a la hibridez o como parte de una romantizada nostalgia —pues allí tampoco reside ningún futuro, es sabido—, sino como posibilidad de imaginar, antes que un porvenir, un posible presente fecundo del cine(...)