EDITORIAL: Coordenadas para el presente

DOSSIER #1: RELATOS DOMESTICADOS

Uno de los mayores problemas que afronta la crítica de cine argentina actual tiene que ver con los límites a la hora de proponer lecturas que ayuden a pensar el derrotero del cine local desde el declive del Nuevo Cine Argentino. Todavía no se ha alcanzado un consenso respecto a la periodización de aquel ciclo de películas. Como suele ocurrir con las olas, movimientos o ciclos artísticos, resulta sencillo señalar fechas y motivos de su emergencia, pero su clausura se vuelve difusa, en parte porque no hay un suceso determinante que le haya dado fin —como, por ejemplo, sí ocurrió con la Generación del 60 y sus derivas, finalizadas con el inicio de la última dictadura militar—, en parte porque para determinarlo debería haber una lectura clara de lo que vino después.

Para comprender las dificultades que encierra la organización de un campo estético —o varios campos estéticos superpuestos— como el del cine argentino reciente es necesario, primero, aceptar que las etiquetas habilitan un terreno común de diálogo. En ese sentido, una categoría como Nuevo Cine Argentino funcionaba como marco para incluir distintas películas y construir relaciones entre obras que no se encontraban vinculadas a priori entre sí; es decir, que no conformaban un movimiento artístico coordinado, con preocupaciones y preguntas comunes. También dio lugar a incontables producciones críticas y teóricas que partían de la necesidad de pensar el NCA, reflexionar sobre sus temas y estéticas, construir un canon y buscar puntos de contacto y distinción entre las obras que conforman el corpus(1). La etiqueta fue tan importante para generar una ruptura con el cine de décadas previas como útil para darle visibilidad a ciertas películas y cineastas tanto dentro de Argentina como en festivales internacionales de todo el mundo. Pero todo acto de inclusión implica, necesariamente, una exclusión: películas realizadas durante los años del NCA quedaron al margen de los relatos establecidos. Una investigación de películas ajenas a la etiqueta, eterna deuda de la crítica argentina, permitiría reubicar al NCA en un período histórico en el que fue el actor protagónico pero no excluyente(2)

Lo cierto es que rara vez surgen etiquetas tan eficientes como NCA, capaces de englobar a cineastas de una o más generaciones a partir de lo que tienen en común, pero fundamentalmente de una distinción con generaciones previas. En la historia del cine argentino, sin ir más lejos, solo ocurrió dos veces. Estos sellos, por otra parte, no pueden perdurar para siempre. De hacerlo, perderían, justamente, su carácter generacional. Si tenemos esto en cuenta, el hecho de no contar con una categoría vertebral, falsamente unificadora, no debería resultar problemático: el cine argentino se las arregló muy bien durante gran parte de su historia sin ellas. Sin embargo, la inusual cantidad de películas realizadas en Argentina durante la última década y media, y la diversidad de modalidades productivas desplegadas, vuelven particularmente hostil al terreno para la investigación. Ordenar este campo silvestre es una tarea hercúlea que, para peor, corre el riesgo, más que nunca, de simplificarlo. No se trata, tampoco, de una especificidad del cine argentino: la transnacionalización de los modos de producción cinematográfica, y la consecuente globalización estética que conlleva, vuelve cada vez más difícil el surgimiento de marcas nacionales.

Difícilmente el NCA haya fallecido de un día para el otro; es más probable que se haya apagado de a poco, como una estrella. Las fechas presentadas a modo de hipótesis varían. En algunos de sus textos, Nicolás Prividera plantea el año 2008 como nudo histórico, “entre la ‘crisis del campo’ e Historias extraordinarias(3), donde habría surgido una segunda generación “en la que el pasado vuelve a tener peso”(4). En uno de los artículos que escribió para Después del nuevo cine. Diez miradas en torno al cine argentino contemporáneo(5), Nicolás Suárez dice, al hablar de películas estrenadas entre 2015 y 2017, que “ya no formarían parte del nuevo cine argentino”, mientras que sí incluye en ese grupo, tácitamente, a El estudiante, de 2011. Diego Lerer, en “Las dos realidades del cine argentino”, publicado a mediados de 2014, señala que el NCA, exitoso en los festivales internacionales pero de escasa circulación en los cines locales, “se transforma en un circuito cerrado”. Agrega que, a través de esa desconexión entre películas y espectadores, el NCA “ya parece hablar de otra cosa”(6). La formulación es misteriosa y permite sospechar si esa “otra cosa” no tendrá mucho que ver con su agotamiento. En todo caso, las fechas no parecen tan significativas como los motivos, las características específicas de cada período y los vasos comunicantes entre ambos. Por otra parte, nos parece importante diferenciar las etiquetas —como NCA— de una idea bien distinta: las categorías críticas que pueden ayudarnos a reconocer tendencias desde las cuales pensar el cine actual más allá de la importancia de películas puntuales.

Si elegimos el período 2014-2023 para recortar el corpus de nuestro primer dossier sobre cine argentino (que acaso se extienda hasta el 2024, para alimentar “la superstición de los números redondos”) no es porque consideremos al 2014 como el año de conclusión del NCA ni mucho menos como el inicio de algo nuevo y diferente; es un recorte que no nace de la certeza, sino como disparador de hipótesis y argumentos. Esa posible década comenzaría entre el ascenso del macrismo camino a la presidencia y el hito de taquilla de Relatos salvajes. Además, varios artículos publicados en aquel año permiten ver que ya algo había cambiado. Lerer escribía en Micropsia algunos puntos de partida interesantes para interrogar los corrimientos tanto en el estado de cosas de la industria cinematográfica nacional(7) como en las derivas de los cineastas emergentes a través de los fondos internacionales de financiamiento, los laboratorios y los festivales(8). En una línea similar, Diego Batlle sugería en diciembre de ese año, refiriendo al NCA, que “la mayoría de los directores de aquel movimiento hoy enfrenta una profunda crisis en sus modelos de producción”(9). A diez años de esas discusiones, el título del dossier, “Relatos domesticados”, alude a lo que consideramos una de las principales características, pero también mayores problemas, del cine argentino de los últimos años: el impacto de los modos y circuitos de producción, financiamiento y distribución de la mayor parte del cine argentino a partir del nuevo siglo. A falta de una periodización establecida, tomar los últimos diez años puede ser un punto de partida productivo y un disparador para pensar en torno a la cuestión de si hay, en efecto, un punto de inflexión entre el fin del NCA y el cine posterior.

“Relatos domesticados” comenzó la última semana de julio con la publicación de “Historia del miedo. La última dictadura en el cine argentino contemporáneo”, escrito por Santiago Damiani, sobre el tópico de la memoria en el cine de ficción y los límites estéticos e ideológicos que manifiestan algunas de sus películas más representativas. En futuras entregas se abordarán los rumbos y adversidades del cine industrial y la pregunta por su existencia hoy; las distintas representaciones de la nueva “juventud de los treintis”; una serie de documentales que trabajan con material de archivo familiar; las rupturas y continuidades entre la representación de la marginalidad en el NCA y el post-NCA; un estudio de los conflictos entre agenda política de izquierda y conservadurismo formal; un recorrido por el “cine de género” en la Argentina reciente; una indagación de las modulaciones del cine fantástico de baja intensidad; un intento global de cartografiar el cine producido en Argentina en la última década; y un diálogo sobre la situación de la crítica argentina durante los últimos diez años. Estos recortes, por supuesto, no agotan todos los temas y problemas que rondan en el cine local actual, pero esperamos que ayuden a dilucidar algunos de ellos y que nos arrimen, desde la crítica, a configurar un terreno desde el cual reflexionar con mayor certeza, y con una perspectiva más amplia y clara, sobre dónde está parado el cine argentino contemporáneo.

Este dossier se está desarrollando colectivamente, a modo de taller de escritura, a partir de encuentros entre el área editorial de Taipei y sus colaboradores, con las charlas y los cubiertos de distintos cafés de Buenos Aires como ruido de fondo. A lo largo de este año y comienzos del que viene vamos a ir subiendo una entrega por mes.

Relatos salvajes (Damián Szifron, 2014)

Notas:

1 Algunos libros que intentaron reflexionar sobre la categoría son Nuevo Cine Argentino. Temas, autores y estilos de una renovación, editado por Horacio Bernades, Diego Lerer y Sergio Wolf (Fipresci/Tatanka, 2002), Generaciones 60/90: cine argentino independiente, de Fernando Martín Peña (MALBA, 2003), Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino, de Gonzalo Aguilar (Santiago Arcos editor, 2006), Nuevo Cine Argentino. De Rapado a Historias extraordinarias, de Agustín Campero (Universidad Nacional de General Sarmiento, 2009), El país del cine. Para una historia política del Nuevo Cine Argentino, de Nicolás Prividera (Los Ríos, 2014), y Nuevo cine argentino, de Jens Andermann (Paidós, 2015), además de incontables artículos individuales en diarios, revistas y libros colectivos.

2 Pensamos tanto en el cine comercial de aquellos años como en el documental social, el cine de género o el cine underground.

3  Prividera, Nicolás, Otro país. Muerte y transfiguración del Nuevo Cine Argentino, Villa Allende: Los Ríos Editorial, 2021, p. 284.

4  Op. cit. p. 295.

5  “¿La estética es el modo de producción?” (2018) en Después del nuevo cine. Diez miradas en torno al cine argentino contemporáneo (ed: Emilio Bernini). Buenos Aires: EUFyL, p. 42.

6  “Las dos realidades del cine argentino”, en Micropsia (23/08/2014).

7  “Hasta 2013 ninguna película de la nueva generación de realizadores había superado la barrera del millón de espectadores en la Argentina. En tres años lo hicieron tres, dos de las cuales pasaron también la barrera de los dos millones y una se arrimó a los cuatro”, escribía Lerer en “Debates: ¿Hay un Nuevo Cine Industrial Argentino?”. En efecto, entre otras películas previas y posteriores, Tesis sobre un homicidio, Relatos salvajes y El clan marcaban un momentum en la taquilla argentina.

8  “Debates: ‘El cine argentino ante una encrucijada’”, en Micropsia (03/12/2014).

9  “Debates: Introducción: Cifras y estado de situación”, en Otros Cines (16/12/2014).

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